jueves, 4 de abril de 2013

DESDE EL ACATEPEC.

Huatusco en Línea 



Por Roberto García Justo.

Los recuerdos cuando son profundos no fácilmente se borran. Es una especie de espinita que nos aguijonea en ratos de descanso y reflexión. Por ejemplo, es notable que aún permanezcan los paisajes gratos de lo que estuvo lleno el ayer. Lo que queda intacto del Huatusco hermoso, son sus iglesias. Un número importante de monumentos que prevalecen como símbolo de lo que no se debe tocar. Fuera de eso, lo demás ha sufrido una serie de transformaciones que rebasa el promedio deseado.

Estábamos llamados a ser un pueblo grande, en la medida que colaboráramos en lo esencial, de su planificación. Sacudirnos ese concepto de rebajarnos a ras del piso, nos atora en este proceso que se requiere para figurar entre los pueblos de primer mundo. Tres áreas básicas han surgido en el transcurso de las últimas décadas. Y sin hacer grandes esfuerzos, entendemos que la economía se basa en el comercio. Una especie de monstruo que estaba ahí antes de que llegáramos. Y ha crecido, estamos saturados de pequeños, medianos y grandes tendejones. Es increíble la existencia de tantas tiendas que subsisten a costa de miles de obstáculos.
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El crecimiento poblacional se ha enseñoreado por el contorno de esta localidad. Apenas surge un fraccionamiento, colonia o espacios para vivienda. De inmediato se instala una cantidad de habitantes que reclaman servicios básicos, como son agua luz y drenaje. Mientras que el campo se estremece con una producción que en su mayoría se dedica al café. Es notorio que las familias se sustenten de la producción del grano. Miles de quintales se cosechan al año, las mismas que se entregan a los beneficiadores para ponerlo en el mercado ya industrializado. Esa ha sido la eterna mecánica que no se ha podido romper.

No se puede dar una respuesta integral sin considerar que los avances educativos han recibido su impulso en todos los niveles. La plantilla de alumnos inscritos y maestros incorporados a esta importante rama, son favorables. Se han construido suficiente centros educativos, en la cabecera municipal como en las congregaciones y rancherías. El volumen humano es asombroso, dado que en cada desfile que se realiza, advertimos una cantidad que hacen que la necesidad crezca y es conveniente programar más edificios y contratar nuevos mentores.

De que manera tenemos que pagar este voluminoso peso generacional. La respuesta puede ser que cada día nos envolvemos en un rio de automóviles que rebasa la cantidad permitida, en una ciudad diseñada para que transitaran animales de carga y peatones. Y con ello, estamos sintiendo los efectos de una contaminación de importantes afluentes que destilan los olores desechados por la civilización que recurre a esta práctica por ser la más cómoda y barata de todo el planeta.

No despegamos el dedo del renglón, seguimos insistiendo que estamos en el mes de Abril. En donde los que son jóvenes no lo tienen contemplado en su agenda mental. Pero nosotros sí, ya que hace 24 años el Palacio Municipal sufrió los estragos de un incendio. Para ser exactos, fue una mañana del dos del mencionado mes que las campanas del templo de San Antonio de Pádua, repicaban en su desesperación por alertar a la ciudadanía los efectos del incendio.

Era cumpleaños del Alcalde Luis Joaquín Torres Reyes, un regalo inolvidable para guardarlo el resto de su vida. Yo desayunaba tranquilamente en el restaurant de Sergio Chicuellar, se me olvidaron los tacos, corrí hacía el Parque Zaragoza en donde ya la gente se había armado de cubetas para sofocar las llamas. Nuestros bomberos se incorporaron a la tarea, debido a que siempre han carecido de equipo adecuado. Las cadenas eran enormes, las casas de los alrededores vaciaron sus pilas en aras de colaborar. Parte final: esta conflagración empezó en el archivo, se dice ocasionado por un corto en una cafetera. Se quemó mucha papelería del juzgado menor y de otras oficinas. gajustoro@hotmail.com

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